Deportados cubanos en México enfrentan un limbo legal tras política migratoria de EE. UU.
MéxicoLaudel Camacho Ricardo pasó tres noches durmiendo en las calles de Tapachula antes de vender su cadena de oro y un reloj por 20 dólares, un gesto desesperado motivado por el hambre y la precariedad. “Han sido días muy duros, a veces prefería morir”, relata. Lo que comenzó como un viaje de migrante cubano trabajador en Texas terminó en una deportación hacia México, sin dinero, documentos ni apoyo, tras la entrega de autoridades del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos (ICE).
A sus 55 años, con tatuajes que narran su activismo político y periodístico en Cuba, Camacho Ricardo se encuentra atrapado en un limbo legal que refleja la compleja dinámica de la política migratoria estadounidense hacia los cubanos. Tras ser deportado el 23 de septiembre de 2025, se sumó a la creciente lista de ciudadanos cubanos que no son aceptados de vuelta por La Habana, quedando en territorio mexicano sin un estatus definido.
Aunque desde 2015, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, el gobierno cubano ha recibido a deportados, mantiene la facultad de seleccionar a quién admite. Actualmente, la mayoría de los cubanos expulsados por EE. UU. —unos 640 entre enero y julio de 2025 según el Deportation Data Project— han sido enviados a México. La cifra de deportaciones a terceros países alcanzó al menos 731 hasta agosto, según The Economist.
Expertos alertan sobre los riesgos que enfrentan los deportados en México. María José Espinosa, directora ejecutiva del Centro para la Colaboración e Incidencia en las Américas (CEDA), advierte que “estas políticas dejan a muchas personas en un limbo legal, sin acceso a servicios básicos, y las exponen a extorsión, violencia y trata”.
El proceso de regularización en México es incierto. Según Irene Pascual, abogada de inmigración, los deportados deben presentarse ante las autoridades en un plazo de 30 días y pueden solicitar refugio, regularización humanitaria o por vínculo familiar. Sin embargo, la espera para recibir una respuesta puede superar los cinco meses, y algunos migrantes enfrentan cobros excesivos o negaciones en los trámites.
Para Camacho Ricardo y otros cubanos, regresar a la isla no es opción, y el retorno a Estados Unidos se ha cerrado tras la política migratoria del gobierno republicano. Mientras tanto, su futuro depende de la posibilidad de establecerse legalmente en México y de la solidaridad de la comunidad cubana que ha comenzado a apoyarlos en ciudades como Tapachula.
“Llegué a pedir comida o dinero a algunos cubanos que veía pasar. Luego me ofrecieron techo, hasta que pueda encontrar un trabajo. Sin documentos, la situación es muy complicada”, dice Camacho Ricardo. Su historia refleja la vulnerabilidad de cientos de cubanos atrapados entre políticas migratorias restrictivas y la ausencia de un destino seguro.
